Antes de la Segunda Guerra Mundial se utilizaban productos químicos con metales pesados (plomo, mercurio, arsénico) para la preservación y conservación de colecciones históricas y científicas. Los experimentos con gases nerviosos durante la Segunda Guerra Mundial dieron lugar a una nueva generación de compuestos orgánicos con cualidades insecticidas, incluyendo los carbamatos, organofosforados y organoclorados, como el DDT. Nos volvimos cada vez más dependientes de su uso ya que contribuían a aumentar nuestra producción de alimentos y eliminaban a los insectos que transmitían enfermedades. Esto llevó a una crisis medioambiental, donde las dósis cada vez más altas de productos químicos se hicieron necesarias a medida que los insectos se volvían resistentes a los productos químicos. El libro de Rachel Carson, Silent Spring, publicado en 1962 demostró el daño que los productos químicos como el DDT habían creado y provocó el inicio del movimiento medioambiental que culminó en la formación de la Agencia de protección ambiental de los Estados Unidos (Environmental Protection Agency –EPA) en 1970.
El término Manejo Integral de Plagas (Integrated Pest Management ) se utilizó por primera vez en la industria agrícola a partir de la década de 1970 como respuesta a la creciente evidencia de los efectos secundarios negativos del uso excesivo de plaguicidas. Este enfoque enfatizó la integración de la biología de los insectos y las prácticas culturales en el control de las plagas en los cultivos.
Las primeras publicaciones acerca del MIP fuera del campo de la agricultura surgieron a principios de la década de 1980 por H. y W. Olkowski (fundadores del Centro de Recursos Bio-Integrales – BIRC), e incluían un manual de capacitación redactado para el Servicio de Parques Nacionales. El término fue utilizado poco después en los museos como un reemplazo del término “control de plagas”. Se promovieron nuevas formas de tratar las plagas, en parte mediante la retirada del uso de muchos productos químicos comunes, así como en las tendencias generales en materia de salud y seguridad. En las instituciones culturales, el término MIP también indicó la necesidad de expandir el conjunto de métodos de control alternativos mediante la “integración” del control de plagas con el resto de los conocimientos y practicas habituales en museos y colecciones históricas.
Aunque MIP representa una estrategia específica, a menudo se usa de manera más flexible para describir las tendencias modernas que promueven cualquier medida que no sea el uso de pesticidas y gases fumigantes tóxicos.